PRIMERO_Con base en Romero et al. (2012) y MMA (2011), es posible identificar que existen una serie de hechos en Santiago Metropolitano que enfatizan la necesidad de un SIV asociado a un plan que lo implemente:
1) Santiago se caracteriza por altos niveles de segregación social sobre todo en términos socioeconómicos. Si bien es cierto que las distancias físicas entre los diferentes grupos se han reducido en la última década, han aparecido nuevas barreras físicas y culturales para la integración social.
2) Santiago tiene un promedio de áreas verdes mucho menor al recomendado por diferentes organismos internacionales. La distribución de espacios abiertos en Santiago es profundamente desigual, donde contrastan verdaderos desiertos urbanos casi completamente desprovistos de cualquier espacio verde, con amplias zonas representativas de una ciudad jardín.
3) Santiago como ciudad y región presenta importantes problemas tanto para la movilidad de personas como para la de especies de fauna y flora, lo que favorece el aislamiento y la desconexión.
4) Santiago se localiza en el hotspot Chile Central para la conservación de la biodiversidad, correspondiendo a un sitio prioritario a nivel planetario para dichos efectos. Los ecosistemas localizados en la Región Metropolitana y zonas circundantes a Santiago son valiosos debido a sus características únicas, por ejemplo, muchas de las especies de fauna solo existen en esta zona y por lo tanto su conservación se vuelve prioritaria, sobre todo con los escenarios actuales de desarrollo urbano y actividades productivas en la zona.
5) Santiago se encuentra sometido a múltiples y crecientes amenazas hidrometeorológicas, sísmicas y volcánicas.
6) En Santiago existen varios problemas de contaminación que ponen en peligro la salud de la población y de los ecosistemas, siendo los principales: la contaminación de (a) los cursos y cuerpos de agua por fuentes puntuales y difusas derivadas de los asentamientos urbanos y actividades productivas; (b) el suelo por el depósito ilegal de residuos sólidos en vertederos clandestinos y microbasurales; y (c) el aire por las emisiones del parque automotriz, productivas y otras.
Un SIV podría contribuir a mitigar o solucionar varios de estos problemas.
SEGUNDO_Actualmente existe una serie de iniciativas respecto a la planificación y gestión de espacios verdes en Santiago tanto a nivel de ciudad (casco urbano continuo y su periferia) como de región, llevadas adelante por una diversidad de servicios públicos, así como por ONG o grupos de la sociedad civil organizada. En el ámbito público, es posible destacar las siguientes, el GORE desarrolló una Política Regional de Áreas Verdes en el año 2014 (GORE, 2014), el Ministerio del Medio Ambiente ejecuta actualmente el Proyecto Corredores de Montaña (MMA, 5 de octubre de 2014), la Subsecretaría del Medio Ambiente realiza estudios sobre planificación de infraestructura ecológica en la región (Mercado Público, 21 de abril de 2016), y lo propio hace la SEREMI-MINVU para identificar áreas de protección natural y/o patrimonial en el piedemonte andino (PNUD, 19 de febrero de 2015). En general, estas y otras iniciativas son esfuerzos institucionales con escasa coordinación intersectorial, lo que genera que en la actualidad haya una dispersión y fragmentación de la información referida a los espacios verdes, así como en las intervenciones y decisiones sobre ellos (Vásquez et al., 2016). Algo similar ocurre con el número creciente de iniciativas nacidas desde la sociedad civil tales como el Mapocho 42K, Mapocho Pedaleable, Cerros Islas, Corredores Verdes y Fundación Mi Parque. Aunque lo anterior demuestra el interés creciente de la ciudadanía por los espacios verdes y su emergencia como un actor relevante en el tema, al mismo tiempo plantea interrogantes sobre el grado de articulación entre estas iniciativas, y de ellas con las de la esfera pública.
El diseño e implementación de un SIV ofrece una oportunidad para catalizar el interés colectivo en espacios verdes de distinto tipo y escala, y articular las diferentes iniciativas públicas, privadas y ciudadanas con una mirada estratégica de planificación integrada. Esto significaría contar con un instrumento que permita la coordinación y conducción de todos los esfuerzos que hasta ahora se realizan de manera fragmentada.